domingo, 24 de febrero de 2013

FANFIC COREANO: SUEÑO INALCANZABLE XI.


Pido perdón a todos los lectores por mi tardanza, los  estudios me quitan mucho tiempo libre y a todo ello se suma la época de exámenes por la que estoy atravesando en estos precisos momentos; pero prometo regresar pronto. Y ahora aquí el nuevo capítulo. Disfrutadlo.
Un fuerte vínculo comienza a emerger entre Eun Sok y Helena. ¿Será tan fuerte esta unión como para cambiar los sentimientos de la protagonista hacia Dongwoo?  

CAPÍTULO 11
Regresé a casa apenada y me encerré en mi cuarto. Aplasté mi cara contra la almohada de la cama y comencé a derramar lágrimas. Nunca me había sentido de esa manera ni siquiera cuando puse fin a la relación con mi anterior novio. Dongwoo ya pertenecía a otra persona… Lo mejor era alejarme cuanto antes y no volverlo a ver  jamás. La almohada comenzó a humedecerse y a mancharse por culpa del rímel y el eyeliner que había utilizado para maquillarme los ojos.  La cogí y atravesé el pasillo hasta el lavabo donde comencé a restregar las manchas con el primer jabón que encontré, pero lo estaba empeorando muchísimo más. Ahora el rastro de rímel se había dispersado por todo el cojín como si de un borrón se tratase. Tras ello, bajé a la cocina en busca de algo que pudiese ayudarme; sin embargo no entendía mucho sobre utensilios de limpieza ni nada que pudiese eliminar manchas. De repente la cerradura de la puerta principal comenzó a girarse. Alguien pretendía entrar en casa. Seguramente sería Eun Sok sin duda alguna (la posibilidad de que fuese un ladrón fue descartada al instante, puesto que el barrio de los señores Choi era una zona de seguridad extrema repleta de guardias por todas partes). Me fijé en el reloj de la cocina, el cual marcaba las cuatro de la mañana. “¿Qué debería hacer ante tal situación?”: pensaba agitadamente. Subir a la segunda planta era algo imposible y muy arriesgado, así que me escondí en un recoveco de la cocina con el almohadón entre los brazos. Me estaba volviendo una experta en esto de las escondidas. La puerta se abrió lentamente que casi no pude escucharla y Eun Sok entró al salón. Encendió la luz y se echó en el sofá soltando un largo y profundo suspiro. Pasaron unos minutos y Eun Sok permanecía inmóvil, así que salí de mi escondrijo y me acerqué hasta el sillón lentamente. Efectivamente, estaba dormido. Me quedé mirando sus relajadas facciones, su pequeña nariz y esos hermosos labios que tentaban a cualquiera. Sitúe mi mano en el aire a pocos metros de sus mejillas, deseaba deslizar mis finos dedos por toda su tersa y brillante tez libre de impurezas. Su cabello alborotado le daba un toque de chico malo. Coloqué mi dedo en su entrecejo y recorrí todos los poros de su piel hasta la punta de la nariz.
- Es tan suave y cálida…-  murmuré.
- ¿Y por qué no la pruebas? – me cogió de aquella mano pecadora que había cometido el delito de rozarse con su cara y me dio un tirón hacia él. Caí repentinamente al sofá y Eun Sok se dispuso encima de mí agarrándome fuertemente las manos para no dejarme escapar.   
- ¿Perdón? - musité sorprendida. Esa reacción no era propia de él.
- Se te veía muy contenta y emocionada y pensé que tal vez querrías degustarme a ver sí soy de tu agrado o no.- comentó Eun Sok con voz pícara y juguetona. Aproximó su cara hacia la mía y repentinamente enrojecí. Nuestros pulsos comenzaron a acelerarse de tal manera que ambos pudimos captarlo; a pesar de ello él continuó encima mía sin inmutarse de las alteraciones que nuestros cuerpos habían comenzado a sufrir. Mas yo no deseaba seguir en esa postura tan incómoda y provocativa.
Elevó su dedo, lo posicionó en mis labios agrietados y a continuación me liberó de sus garras como si de una débil presa se tratara.
- ¿Te ha gustado o qué? Mis padres me han dicho que tengo futuro en el mundo del cine. – soltó de golpe como si no hubiera ocurrido nada.
- ¿Cómo? – estaba consternada y taciturna, pues no entendía que pretendía decir con aquellas palabras.
- No te habrás pensado qué te iba a hacer algo, ¿o sí? No soy ese tipo de hombres que se aprovechan de las mujeres cuando se encuentran en situación de debilidad emocional. – manifestó señalando el almohadón cubierto de lágrimas, prueba de mi lamentable estado. – Posiblemente ahora mismo no te apetezca hablar ni recibir consejos de nadie, así que lo mejor es que te vayas a dormir. Intenta descansar y no pensar en aquello que te causó tanto dolor hoy.
Me extendió su mano para ayudar a levantarme del sillón. Tras ello, acarició mi desastroso cabello, me entregó un cojín, puesto que mi almohada estaba manchada y se largó de la sala murmurando algo que no alcancé a escuchar.
Corrí hacia mi cuarto muerta de vergüenza y me metí en la cama. Caí al momento en un sueño profundo; sin embargo aquellas pesadillas que habían desaparecido provisionalmente volvieron a las andadas. Mi fastidioso y sexy chico repelente regresaba a mortificarme nuevamente y aunque sonase masoquista, era algo que me agradaba, pues si en la realidad no podía tenerlo, al menos en mi consciente conseguía apoderarme de él por unos minutos, después se largaba y no volvía a verlo jamás.
Ya era martes. Me quedaba sólo medio mes para regresar a mi país de origen. El tiempo transcurría velozmente y eso hacía que me deprimiera en muchas ocasiones del día. Ese mismo día y por alguna extraña razón, Eun Sok me trajo el desayuno a la cama en una bandeja: una taza de chocolate caliente, un par de tostadas con mermelada de arándanos y una rodaja de sandía recién comprada. Estaba delicioso todo. Terminé de comer ese suculento manjar y bajé al piso inferior, donde haría los deberes de la academia que me habían mandado hace una semana y que yo no me había molestado en hacer hasta ese día. Me senté en la mesa del salón y saqué los libros que necesitaba. Mi escritura había mejorado considerablemente desde que había llegado a Corea al igual que mi pronunciación y mi capacidad de entender a los nativos de dicho país; por lo que la tarea no me resultó difícil de llevar a cabo. Tras media hora conseguí finalizar los ejercicios y me dispuse a pasar aquella tarde viendo la televisión a causa de la indisposición de Kang Sang Ra, quien deseaba invertir esa tarde junto a sus tíos y primos que habían ido de visita. Encendí el televisor. Sin embargo, no había ningún programa ni siquiera drama que captara mi atención en lo más mínimo. Transcurrieron aproximadamente unos quince minutos, cuando reconocí la robusta figura de Eun Sok deambulando por la cocina.
-  ¿Qué estás buscando? – pregunté con gran interés sin echar la vista atrás.
- ¿Eh? – podía imaginarme su reacción de sobresalto sin siquiera mirarle.- ¿Cómo supiste que estaba aquí?
- Qué decir. El ambiente ha sido alterado por la entrada de un flujo de energía que sólo podía pertenecerte a ti.- confesé en castellano y lo observé desde el sofá.
Eun Sok me miró extrañado y confundido, pues no conseguía descifrar lo que había dicho.
-  Mi instinto. Él me dijo que un intruso estaba merodeando por la cocina en busca de algo.- rectifiqué en coreano y escogiendo las palabras adecuadas.- Dejando de lado mis poderes… ¿qué haces aquí? ¿Hoy no trabajas?
- Estaba pensando que tal vez… no, no creo que sea buena idea.- chirrió sus dientes con nerviosismo y apartó la vista. Ese comportamiento no encajaba con su actitud habitual de hombre serio incapaz de dudar de nada. Decidí guardar silencio hasta que él reanudó la conversación. - ¿Te gustaría salir conmigo a dar una vuelta? No es una cita, ni nada por el estilo. Claro que si no quieres no pasa nada, lo entenderé perfectamente. No quiero coaccionarte ni obligarte a algo que no deseas ha-
-  Me parece una idea genial. ¿Adónde iremos?
- ¡Dónde te apetezca!- gritó entusiasmado. Estaba comenzando a descubrir una nueva faceta de Eun Sok.