Pido perdón a todos los lectores por mi tardanza, los estudios me quitan mucho tiempo libre y a
todo ello se suma la época de exámenes por la que estoy atravesando en estos precisos
momentos; pero prometo regresar pronto. Y ahora aquí el nuevo capítulo.
Disfrutadlo.
Un fuerte vínculo comienza a emerger entre Eun Sok y Helena. ¿Será tan
fuerte esta unión como para cambiar los sentimientos de la protagonista hacia
Dongwoo?
CAPÍTULO 11
Regresé a casa apenada y me encerré en mi cuarto. Aplasté mi cara
contra la almohada de la cama y comencé a derramar lágrimas. Nunca me había
sentido de esa manera ni siquiera cuando puse fin a la relación con mi anterior
novio. Dongwoo ya pertenecía a otra persona… Lo mejor era alejarme cuanto antes
y no volverlo a ver jamás. La almohada
comenzó a humedecerse y a mancharse por culpa del rímel y el eyeliner que había
utilizado para maquillarme los ojos. La
cogí y atravesé el pasillo hasta el lavabo donde comencé a restregar las
manchas con el primer jabón que encontré, pero lo estaba empeorando muchísimo
más. Ahora el rastro de rímel se había dispersado por todo el cojín como si de
un borrón se tratase. Tras ello, bajé a la cocina en busca de algo que pudiese
ayudarme; sin embargo no entendía mucho sobre utensilios de limpieza ni nada
que pudiese eliminar manchas. De repente la cerradura de la puerta principal
comenzó a girarse. Alguien pretendía entrar en casa. Seguramente sería Eun Sok
sin duda alguna (la posibilidad de que fuese un ladrón fue descartada al
instante, puesto que el barrio de los señores Choi era una zona de seguridad
extrema repleta de guardias por todas partes). Me fijé en el reloj de la
cocina, el cual marcaba las cuatro de la mañana. “¿Qué debería hacer ante tal
situación?”: pensaba agitadamente. Subir a la segunda planta era algo imposible
y muy arriesgado, así que me escondí en un recoveco de la cocina con el
almohadón entre los brazos. Me estaba volviendo una experta en esto de las escondidas.
La puerta se abrió lentamente que casi no pude escucharla y Eun Sok entró al
salón. Encendió la luz y se echó en el sofá soltando un largo y profundo
suspiro. Pasaron unos minutos y Eun Sok permanecía inmóvil, así que salí de mi
escondrijo y me acerqué hasta el sillón lentamente. Efectivamente, estaba
dormido. Me quedé mirando sus relajadas facciones, su pequeña nariz y esos
hermosos labios que tentaban a cualquiera. Sitúe mi mano en el aire a pocos
metros de sus mejillas, deseaba deslizar mis finos dedos por toda su tersa y
brillante tez libre de impurezas. Su cabello alborotado le daba un toque de
chico malo. Coloqué mi dedo en su entrecejo y recorrí todos los poros de su
piel hasta la punta de la nariz.
- Es tan suave y cálida…-
murmuré.
- ¿Y por qué no la pruebas? – me cogió de aquella mano pecadora que
había cometido el delito de rozarse con su cara y me dio un tirón hacia él. Caí
repentinamente al sofá y Eun Sok se dispuso encima de mí agarrándome
fuertemente las manos para no dejarme escapar.
- ¿Perdón? - musité sorprendida. Esa reacción no era propia de él.
- Se te veía muy contenta y emocionada y pensé que tal vez querrías
degustarme a ver sí soy de tu agrado o no.- comentó Eun Sok con voz pícara y
juguetona. Aproximó su cara hacia la mía y repentinamente enrojecí. Nuestros
pulsos comenzaron a acelerarse de tal manera que ambos pudimos captarlo; a
pesar de ello él continuó encima mía sin inmutarse de las alteraciones que
nuestros cuerpos habían comenzado a sufrir. Mas yo no deseaba seguir en esa
postura tan incómoda y provocativa.
Elevó su dedo, lo posicionó en mis labios agrietados y a continuación
me liberó de sus garras como si de una débil presa se tratara.
- ¿Te ha gustado o qué? Mis padres me han dicho que tengo futuro en el
mundo del cine. – soltó de golpe como si no hubiera ocurrido nada.
- ¿Cómo? – estaba consternada y taciturna, pues no entendía que
pretendía decir con aquellas palabras.
- No te habrás pensado qué te iba a hacer algo, ¿o sí? No soy ese tipo
de hombres que se aprovechan de las mujeres cuando se encuentran en situación
de debilidad emocional. – manifestó señalando el almohadón cubierto de
lágrimas, prueba de mi lamentable estado. – Posiblemente ahora mismo no te
apetezca hablar ni recibir consejos de nadie, así que lo mejor es que te vayas
a dormir. Intenta descansar y no pensar en aquello que te causó tanto dolor
hoy.
Me extendió su mano para ayudar a levantarme del sillón. Tras ello,
acarició mi desastroso cabello, me entregó un cojín, puesto que mi almohada
estaba manchada y se largó de la sala murmurando algo que no alcancé a
escuchar.
Corrí hacia mi cuarto muerta de vergüenza y me metí en la cama. Caí al
momento en un sueño profundo; sin embargo aquellas pesadillas que habían
desaparecido provisionalmente volvieron a las andadas. Mi fastidioso y sexy
chico repelente regresaba a mortificarme nuevamente y aunque sonase masoquista,
era algo que me agradaba, pues si en la realidad no podía tenerlo, al menos en
mi consciente conseguía apoderarme de él por unos minutos, después se largaba y
no volvía a verlo jamás.
Ya era martes. Me quedaba sólo medio mes para regresar a mi país de
origen. El tiempo transcurría velozmente y eso hacía que me deprimiera en
muchas ocasiones del día. Ese mismo día y por alguna extraña razón, Eun Sok me
trajo el desayuno a la cama en una bandeja: una taza de chocolate caliente, un
par de tostadas con mermelada de arándanos y una rodaja de sandía recién
comprada. Estaba delicioso todo. Terminé de comer ese suculento manjar y bajé
al piso inferior, donde haría los deberes de la academia que me habían mandado
hace una semana y que yo no me había molestado en hacer hasta ese día. Me senté
en la mesa del salón y saqué los libros que necesitaba. Mi escritura había
mejorado considerablemente desde que había llegado a Corea al igual que mi
pronunciación y mi capacidad de entender a los nativos de dicho país; por lo
que la tarea no me resultó difícil de llevar a cabo. Tras media hora conseguí
finalizar los ejercicios y me dispuse a pasar aquella tarde viendo la
televisión a causa de la indisposición de Kang Sang Ra, quien deseaba invertir
esa tarde junto a sus tíos y primos que habían ido de visita. Encendí el
televisor. Sin embargo, no había ningún programa ni siquiera drama que captara
mi atención en lo más mínimo. Transcurrieron aproximadamente unos quince
minutos, cuando reconocí la robusta figura de Eun Sok deambulando por la
cocina.
- ¿Qué estás buscando? –
pregunté con gran interés sin echar la vista atrás.
- ¿Eh? – podía imaginarme su reacción de sobresalto sin siquiera
mirarle.- ¿Cómo supiste que estaba aquí?
- Qué decir. El ambiente ha sido alterado por la entrada de un flujo
de energía que sólo podía pertenecerte a ti.- confesé en castellano y lo
observé desde el sofá.
Eun Sok me miró extrañado y confundido, pues no conseguía descifrar lo
que había dicho.
- Mi instinto. Él me dijo que
un intruso estaba merodeando por la cocina en busca de algo.- rectifiqué en
coreano y escogiendo las palabras adecuadas.- Dejando de lado mis poderes… ¿qué
haces aquí? ¿Hoy no trabajas?
- Estaba pensando que tal vez… no, no creo que sea buena idea.-
chirrió sus dientes con nerviosismo y apartó la vista. Ese comportamiento no
encajaba con su actitud habitual de hombre serio incapaz de dudar de nada. Decidí
guardar silencio hasta que él reanudó la conversación. - ¿Te gustaría salir
conmigo a dar una vuelta? No es una cita, ni nada por el estilo. Claro que si
no quieres no pasa nada, lo entenderé perfectamente. No quiero coaccionarte ni
obligarte a algo que no deseas ha-
- Me parece una idea genial. ¿Adónde
iremos?
- ¡Dónde te apetezca!- gritó entusiasmado. Estaba comenzando a descubrir una nueva faceta de Eun Sok.