…Quédate conmigo esta noche…
Aquellas palabras
se quedaron grabadas en mi mente durante los apenas diez segundos siguientes
que precedieron a lo que sería la mejor noche de mi vida. Nunca olvidaría la
gentileza con la que Dongwoo me trató esa noche. Esos besos apasionados. Esas
caricias que recorrían cada parte de mi minúsculo cuerpo provocando en éste
ligeros escalofríos… En ese preciso momento pensé en que dicho vínculo no
podría romperlo nadie. O, al menos, yo lo impediría si alguien trataba de
separarme de a quien yo ya consideraba mi verdadero amor.
La oscuridad se
cernió sobre el cielo de la capital surcoreana al mismo tiempo que nuestro amor
quedaba sellado bajo aquellas sábanas de seda. Desde aquel día, he podido
recordar con gran anhelo lo que sucedió en aquella habitación, donde los únicos
testigos de nuestro amor fuimos nosotros mismos. Ahora, al echar la mirada
atrás, siento que el miedo me convirtió en una verdadera cobarde, pues no supe
mantener mi promesa.
Una vez se hizo la
mañana siguiente, Dongwoo se levantó de la cama apresuradamente tras recibir
una llamada urgente, la cual yo sospechaba que procedía de su compañía. Recolectó
todas las piezas de ropa que se hallaban dispersadas por el suelo de madera
para posteriormente entrar al baño situado a escasos metros de la cama. En
apenas cinco minutos salió del pequeño habitáculo vistiendo el mismo atuendo de
la noche anterior junto con las gafas Rayban de color negro que llevaba el día
en que nos conocimos. Era imposible negar lo deslumbrante que iba, así que me
mantuve pensativa durante unos segundos escaneando cada parte de su inmejorable
cuerpo. De repente, chascó los dedos delante de mi cara.
- ¿Tanta belleza te
ha dejado embobada?- me susurró al oído de forma seductora.
- ¿Cómo…?- tomé una
bocanada de aire para relajarme y puse en orden mis pensamientos.- Sigues
siendo el mismo idiota del taxi.
Tras aquellas
palabras esbozó una pequeña sonrisa picarona y, seguidamente, me dedicó una
mirada intensa de aquellas que te dejan sin aliento.
- El mismo idiota
que estuvo a punto de perder a la chica de sus sueños…- murmuró por lo bajo a
la vez que su semblante adquiría un tono rojizo.- Creo que debería irme. Tengo
una reunión con la banda a las 9:00. A estas horas hay bastante tráfico y no
creo que llegue a tiempo si salgo más tarde de las 8:30.
Se aproximó a la
cama, acarició mi cabello despeinado y me rodeó con sus musculosos brazos. Su
cuello despedía un intenso olor a perfume que me incitaba a no dejarlo marchar
aquella mañana. A retenerlo en esa habitación de color beige donde lo único que
destacaba era la enorme cama de roble situada en la zona central de la misma.
Yo seguía ensimismada en mis pensamientos cuando Dongwoo posó con cierta
brusquedad sus carnosos labios sobre los míos, dejando que nuestras lenguas se
entrelazaran libremente. Acto seguido, se apartó y se despidió con una
deslumbrante sonrisa. Justo antes de cerrar la puerta tras de sí, me explicó que
podía tomar un baño para relajarme añadiendo que podía abandonar la habitación
en el momento que me apeteciera, ya que la reserva se extendía hasta la semana
siguiente. Asegurándose de que lo había entendido todo a la perfección, cogió
su bandolera y, con un inaudible sonido, cerró la puerta.
En los siguientes
cuarenta minutos me dio tiempo más que suficiente para disfrutar de los chorros
del jacuzzi, lavarme los dientes con uno de los cepillos que el hotel
proporcionaba y terminar de vestirme para poner rumbo de vuelta al majestuoso chalet de los Choi. Me encontraba ya
maquillándome frente al espejo del lavabo cuando me percaté de que había dejado
mi móvil sobre la mesita de noche. Me pareció bastante extraño que aquel
pequeño objeto tecnológico no hubiera sonado o, al menos, vibrado en las
últimas tres horas. Supuse que la batería se había agotado y, efectivamente,
una vez me hube acercado, pude confirmar mis sospechas. Acto seguido, busqué en
el interior de mi bolso, en el cual guardaba todo tipo de artilugios que podían
resultarme útiles ante posibles situaciones como aquélla. Tras varios intentos
fallidos, di con el cargador y lo extraje de la bolsa con un rápido movimiento
de manos. Conecté el móvil y aguardé unos cuantos minutos hasta que este último
cobrara de nuevo vida.
Las notificaciones
no paraban de amontonarse en la pantalla de inicio. Entre todas ellas, las que
captaron inmediatamente mi atención fueron las diez llamadas perdidas que
procedían de Eun Sok. El registro de llamadas indicaba que cada una de ellas
había sido realizada con un intervalo de cinco minutos entre medias. Era
evidente que Eun Sok estaba preocupado, así que, sabiendo de antemano que no
iba a salvarme de una buena bronca, decidí que lo correcto sería devolver la
llamada para al menos calmar el ambiente. No llegó a sonar el segundo tono
cuando pude escuchar al otro lado de la línea la voz enfurecida de Eun Sok.
- ¿Qué coño te pasa?
¿Por qué no has contestado?- nunca se me había pasado por la cabeza que Eun Sok
pudiera llegar a decir tales palabras-. Llevo toda la mañana intentando ponerme
en contacto contigo. Tus padres llamaron desde España preguntando si te había
sucedido algo, que les prometiste que les llamarías anoche cuando regresaras a
casa.
Hubo una breve
pausa. Estaba intentando crear una mentira que sonará lo suficientemente
convincente y creíble para aquel chico tan astuto, de modo que, tras un fingido
suspiro de alivio, retomé la conversación en vistas de que todo lo que fuera a
contar satisficiera la insaciable curiosidad de mi interlocutor.
- ¡Hola, Eun Sok!
¿Recuerdas que ayer tenía planes con Kang Sang Ra? La cuestión es que se nos
echó la hora encima. Revisamos el horario de autobuses y comprobamos que el
último autobús acababa de salir hacía cinco minutos, así que Kang Sang Ra me
sugirió que me quedara en su apartamento...- me empezó a temblar levemente la
voz pues estaba inventando la historia sobre la marcha sin un plan previo.- No
tengo excusa. Se me olvidó completamente avisaros. Siento mucho haberos
preocupado…
- Ahórrate las
explicaciones para más tarde. Ahora mándame la ubicación de la casa de tu
amiga. Voy a vestirme y paso a recogerte.- su voz había adquirido un tono serio
y amenazador.
Puesto que me
sentía demasiado avergonzada e intimidada como para rechazar su propuesta,
accedí a quedar con él en un punto intermedio donde no pudiera levantar
sospechas sobre la verdadera historia de la noche anterior. Con el objetivo de
borrar todo indicio que pudiera ponerme en un aprieto, escribí un mensaje de
texto a Kang Sang Ra explicándole la situación y la necesidad imperiosa de que
mintiera si recibía una llamada de casa de los Choi. Dos minutos más tarde de
enviar dicho mensaje, sonó mi teléfono.
- ¿Se puede saber
qué ha pasado?- no supe distinguir si mi amiga estaba entusiasmada o asustada
por el tono de sus palabras. Cogió una bocanada de aire y lo expulsó lentamente
antes de continuar.- Necesito que me aclares si estamos hablando del mismo Dongwoo.
Mira… olvídalo. ¡No puedo creérmelo! Dongwoo y tú. En la misma habitación. En
la misma cama… ¿Habréis tomado precauciones? ¿Verdad?
Aquella pregunta
me pilló por sorpresa. No sólo porque se tratara de Kang Sang Ra, una chica
tímida que encajaba a la perfección dentro del estereotipo coreano de mujer
pura, sino porque ni yo misma me había parado a pensar en los riesgos que
entrañaba no utilizar métodos anticonceptivos.
- No.- apenas mi voz
se escuchó al otro lado de la línea.- Pero no creo que pase nada. Sólo ha sido
una vez…
- ¿Cómo? ¿Estás de
broma?- el tono inquisitivo de mi amiga me hizo comprender que la situación era
seria-. ¿Y si, por alguna casualidad…?
En ese preciso
momento el miedo se apoderó de mí ante la posibilidad de que aquella idea pudiera
llegar a hacerse realidad.