Hola. ¿Qué tal las vacaciones? Siento la demora, he
estado esta semana de vacaciones y no he podido meterme en el blog para
actualizarlo, pero ya estoy aquí para ofreceros más capítulos de mi historieta
cutre. Espero que os guste y si podéis me encantaría que participarais en la
encuesta de la derecha. ¡VOTAD! Quiero saber vuestra opinión. Además el grupo
que mayor votos adquiera, será sobre el que trataré el próximo mes: Septiembre.
Y para terminar, aquí os dejo la sección de hoy. Adiós.
CAPÍTULO 4
No era posible: Dongwoo y yo en el mismo taxi.
Estaba demasiado sorprendida como para asimilarlo. Tan sólo me quedé allí
observándolo con una expresión incrédula. Nunca le había visto apuesto ni guapo,
pero ahora mis pensamientos hacia él estaban cambiando lentamente. Al poco recobré
mis sentidos y me tranquilicé. Aparté la mirada y le ignoré.
-Ya que estás en el auto, lo compartiremos. Y
tranquilo no quiero tu autógrafo, no tengo nada de interés en poseerlo. Con una
simple disculpa me conformo.- dije seriamente.
-Eres la primera chica que no se abalanza sobre mí
a pedirme un autógrafo ni nada por el estilo. Me sorprende bastante. ¿Acaso no
conoces INFINITE? Aunque no me extrañaría, eres extranjera.- manifestó Dongwoo
muy impresionado ante mi reacción de apatía.
- Sí, si os conozco; pero da la casualidad que eres
el único miembro del grupo que no me agrada en absoluto.-confesé revelando una
pequeña sonrisa.
-Ya veo. La verdad es que tú tampoco me has caído
muy bien que se diga. Así que ya estamos de acuerdo en algo los dos.- me respondió
con otra sonrisa en la cara.
En ese coche se respiraba un aura de odio. Dongwoo
se colocó sus cascos para escuchar música y giró su cabeza para avistar a
través de la ventanilla lo que ocurría en esa inmensa calle por la que
estábamos viajando. Yo, en cambio, me dediqué a telefonear a Eun Sok, quien no
daba aún señales de vida. El trayecto se hizo muy largo y pesado, pero
finalmente llegué a casa. En cuanto el taxi se paró, pagué al conductor y bajé
rápidamente sin si quiera despedirme del individuo que iba en el interior del
automóvil. Corrí muy deprisa hasta la entrada de casa y desde allí observé como
el taxi se alejaba a lo lejos y desaparecía en la oscuridad de la noche. Acto
seguido, saqué mis llaves y abrí la puerta. Accedí al interior y subí las
escaleras sigilosamente para que nadie se diese cuenta. Pero en la segunda
planta se encontraba la señora Choi con un gesto de preocupación dando pasos de
un lado a otro sin parar. Me acerqué a ella.
-Omma, ¿qué le pasa? ¿Porque está tan agitada? ¿Ha
ocurrido algo?.- la cogí de las manos y la miré con una mueca triste.
-¡Ay, menos mal! Chiquilla, ¿dónde te habías
metido? Estaba ya desesperada, te acabó de llamar hace un rato y no me
contestabas. Pensé que te había pasado algo…- me abrazó Omma con fuerza
mientras derramaba varias lágrimas.
-Por favor, tranquilícese. Míreme estoy bien, ahora
cálmese. Le voy a preparar un té. Y sobre su llamada… no la habré escuchado…-
aclaré mi garganta y guié a la señora Choi hasta la cocina.
- Helena… una cosa. ¿Dónde está Eun Sok? ¿No se
suponía que él te tenía que haber traído hasta aquí?.- la señora Choi adoptó un
tono de voz serio.
- Pues… él no vino a buscarme, a pesar de que le
llamé varias veces… Así que tomé un taxi para poder venir…- mis palabras iban
perdiendo fuerza a medida que salían de mi boca.
De repente la señora Choi secó sus lágrimas y cogió
su teléfono móvil. Pero no le dio tiempo a marcar el número de Eun Sok, pues él
acaba de entrar a casa cabizbajo y con la cara pálida. Sin embargo, en cuanto
me vio estos síntomas desaparecieron. Me miró con unos brillos en los ojos que
nunca jamás había percibido en su cara habitual y sin pensarlo me abrazó
estrujando todo mi cuerpo contra el suyo. Posteriormente, me apartó
bruscamente.
-Te dije que me esperaras…- murmuró cabreado.-
¿Además de que te sirve el móvil si no contestas a mis llamadas? Llevo dando un
montón de vueltas con el coche por la ciudad para ver si te encontraba.
- Perdón. Pero yo te he llamado también muchas
veces y no me has cogido el teléfono…- repliqué con orgullo.
- Es cierto. Lo que ocurre es que mi móvil se ha
quedado sin batería y no he podido avisarte de que llegaría más tarde a
recogerte.- se disculpó Eun Sok.
- No lo sabía. Lo siento. A lo mejor llevaba el
móvil en silencio y por eso no me he dado cuenta de vuestras llamadas. Esperen
que lo miro.- dije mientras metía mi mano en el bolso en busca de mi teléfono.
Pero mi celular no estaba ahí.
-¡Oh, no! No puedo habérmelo dejado en el taxi…-
grité desesperada.
Pero en el mismo momento que pronuncié aquellas
palabras; el teléfono de Eun Sok sonó. Eun Sok contestó y tras tres escuetas
palabras colgó y se dirigió a mí.
-Buenas noticias. Acaban de llamar desde tu celular
y me han dicho que mañana mismo te lo devolverán en la famosa torre de Seúl.-
añadió Eun Sok con un aire de alegría.
Mi “ hermano” estaba cambiando su carácter hacia
mí. Ahora era más agradable y amistoso y eso a mí, en especial, me encantaba.
Pero aparte de eso; lo que más me picaba la curiosidad era la persona generosa
que había accedido a devolverme mi teléfono…
Al día siguiente, me desperté a toda prisa para
asistir al “rescate” de mi móvil. Para ello, escogí un atuendo simple: un peto
vaquero con una camiseta azul cielo de manga corta y unas convers de color
grisáceo. Después bajé a la cocina, cogí una manzana del frutero para comérmela
por el camino y salí al exterior. Allí, me dirigí a la parada de autobús más
cercana que se encontraba a unos cincuenta metros de donde vivía. Nada más llegar a
la parada, pasó el autobús e ingresé en el interior. Opté por sentarme al final
para estar sola y sumergirme en mis pensamientos. Como no tenía mi móvil para
entretenerme, me puse a mirar por la ventanilla a los coches que pasaban en
dirección contraria a la que yo iba. Sin darme cuenta, mi trayecto terminó.
Bajé y aceleré el paso. Avisté la torre de Seúl mientras erraba sin rumbo fijo.
Tras ello, comencé a correr; pues había perdido mucho tiempo vagando por las
calles en busca de mi destino. Conseguí llegar, pero no sabía cómo iba a
reconocer a la persona que había hallado mi móvil: tal vez fue el conductor del
taxi. Quién sabe. Empecé a observar a la gente de mi alrededor; sin embargo,
nadie tenía pinta de ser el salvador de mi móvil. Me senté en un banco cercano
y alcé mi cabeza para admirar el cielo, el cual se encontraba despejado sin
ningún rastro de nubes. Y fue en ese momento cuando alguien se inclinó hacia mí
como si me fuese a besar. Me asusté tanto que me levanté violentamente; dándole
un golpe en el mentón con mi cabeza. Acto seguido, me giré para conocer la
identidad de esa persona tan atrevida.
-No, no puede ser… tú otra vez no…- espeté con tono
de desagrado mientras estiraba mi peto lleno de arrugas.
- Vaya forma más extraña de agradecer al salvador
de tu móvil.- afirmó Dongwoo al mismo tiempo que sacaba de su bolsillo mi
teléfono móvil.- Pues ahora que lo pienso no sé si devolvértelo. Ya sabes el
dicho, quien se lo encuentra se lo queda.
Odiaba esa expresión pícara que ponía cuando quería
fastidiarme. Pero en esta ocasión, tenía razón: era una muy buena acción por su
parte devolverme el móvil y no quedárselo, así que controlé mi temperamento y
mis instintos e intenté ser más amistosa con él.
-Muchas gracias, no sé que hubiera hecho sin tu
amabilidad.- manifesté con una sonrisa forzada a la vez que extendía mi mano
para recuperar mi valioso celular.
- ¡Quieta, parada! ¿A dónde crees que vas? No hace
falta que des las gracias si en verdad no son sinceras. Además prefiero algo a
cambio; no sólo unas simples gracias, sino algo más…- contestó Dongwoo alejando
el móvil de mi vista y guardándoselo nuevamente en su bolsillo.
- A ver, dime qué deseas. Pero dinero olvídate que
estoy hasta el cuello…- dije con una mueca de indiferencia.
-Sólo quiero una cosa y es muy fácil de cumplir:
una cita.
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