sábado, 25 de agosto de 2012

FANFIC COREANO: SUEÑO INALCANZABLE IV.


Hola. ¿Qué tal las vacaciones? Siento la demora, he estado esta semana de vacaciones y no he podido meterme en el blog para actualizarlo, pero ya estoy aquí para ofreceros más capítulos de mi historieta cutre. Espero que os guste y si podéis me encantaría que participarais en la encuesta de la derecha. ¡VOTAD! Quiero saber vuestra opinión. Además el grupo que mayor votos adquiera, será sobre el que trataré el próximo mes: Septiembre. Y para terminar, aquí os dejo la sección de hoy. Adiós. 

CAPÍTULO 4
No era posible: Dongwoo y yo en el mismo taxi. Estaba demasiado sorprendida como para asimilarlo. Tan sólo me quedé allí observándolo con una expresión incrédula. Nunca le había visto apuesto ni guapo, pero ahora mis pensamientos hacia él estaban cambiando lentamente. Al poco recobré mis sentidos y me tranquilicé. Aparté la mirada y le ignoré.
-Ya que estás en el auto, lo compartiremos. Y tranquilo no quiero tu autógrafo, no tengo nada de interés en poseerlo. Con una simple disculpa me conformo.- dije seriamente.
-Eres la primera chica que no se abalanza sobre mí a pedirme un autógrafo ni nada por el estilo. Me sorprende bastante. ¿Acaso no conoces INFINITE? Aunque no me extrañaría, eres extranjera.- manifestó Dongwoo muy impresionado ante mi reacción de apatía.
- Sí, si os conozco; pero da la casualidad que eres el único miembro del grupo que no me agrada en absoluto.-confesé revelando una pequeña sonrisa.
-Ya veo. La verdad es que tú tampoco me has caído muy bien que se diga. Así que ya estamos de acuerdo en algo los dos.- me respondió con otra sonrisa en la cara.
En ese coche se respiraba un aura de odio. Dongwoo se colocó sus cascos para escuchar música y giró su cabeza para avistar a través de la ventanilla lo que ocurría en esa inmensa calle por la que estábamos viajando. Yo, en cambio, me dediqué a telefonear a Eun Sok, quien no daba aún señales de vida. El trayecto se hizo muy largo y pesado, pero finalmente llegué a casa. En cuanto el taxi se paró, pagué al conductor y bajé rápidamente sin si quiera despedirme del individuo que iba en el interior del automóvil. Corrí muy deprisa hasta la entrada de casa y desde allí observé como el taxi se alejaba a lo lejos y desaparecía en la oscuridad de la noche. Acto seguido, saqué mis llaves y abrí la puerta. Accedí al interior y subí las escaleras sigilosamente para que nadie se diese cuenta. Pero en la segunda planta se encontraba la señora Choi con un gesto de preocupación dando pasos de un lado a otro sin parar. Me acerqué a ella.
-Omma, ¿qué le pasa? ¿Porque está tan agitada? ¿Ha ocurrido algo?.- la cogí de las manos y la miré con una mueca triste.
-¡Ay, menos mal! Chiquilla, ¿dónde te habías metido? Estaba ya desesperada, te acabó de llamar hace un rato y no me contestabas. Pensé que te había pasado algo…- me abrazó Omma con fuerza mientras derramaba varias lágrimas.
-Por favor, tranquilícese. Míreme estoy bien, ahora cálmese. Le voy a preparar un té. Y sobre su llamada… no la habré escuchado…- aclaré mi garganta y guié a la señora Choi hasta la cocina.
- Helena… una cosa. ¿Dónde está Eun Sok? ¿No se suponía que él te tenía que haber traído hasta aquí?.- la señora Choi adoptó un tono de voz serio.
- Pues… él no vino a buscarme, a pesar de que le llamé varias veces… Así que tomé un taxi para poder venir…- mis palabras iban perdiendo fuerza a medida que salían de mi boca.
De repente la señora Choi secó sus lágrimas y cogió su teléfono móvil. Pero no le dio tiempo a marcar el número de Eun Sok, pues él acaba de entrar a casa cabizbajo y con la cara pálida. Sin embargo, en cuanto me vio estos síntomas desaparecieron. Me miró con unos brillos en los ojos que nunca jamás había percibido en su cara habitual y sin pensarlo me abrazó estrujando todo mi cuerpo contra el suyo. Posteriormente, me apartó bruscamente.
-Te dije que me esperaras…- murmuró cabreado.- ¿Además de que te sirve el móvil si no contestas a mis llamadas? Llevo dando un montón de vueltas con el coche por la ciudad para ver si te encontraba.
- Perdón. Pero yo te he llamado también muchas veces y no me has cogido el teléfono…- repliqué con orgullo.
- Es cierto. Lo que ocurre es que mi móvil se ha quedado sin batería y no he podido avisarte de que llegaría más tarde a recogerte.- se disculpó Eun Sok.
- No lo sabía. Lo siento. A lo mejor llevaba el móvil en silencio y por eso no me he dado cuenta de vuestras llamadas. Esperen que lo miro.- dije mientras metía mi mano en el bolso en busca de mi teléfono. Pero mi celular no estaba ahí.
-¡Oh, no! No puedo habérmelo dejado en el taxi…- grité desesperada.
Pero en el mismo momento que pronuncié aquellas palabras; el teléfono de Eun Sok sonó. Eun Sok contestó y tras tres escuetas palabras colgó y se dirigió a mí.
-Buenas noticias. Acaban de llamar desde tu celular y me han dicho que mañana mismo te lo devolverán en la famosa torre de Seúl.- añadió Eun Sok con un aire de alegría.
Mi “ hermano” estaba cambiando su carácter hacia mí. Ahora era más agradable y amistoso y eso a mí, en especial, me encantaba. Pero aparte de eso; lo que más me picaba la curiosidad era la persona generosa que había accedido a devolverme mi teléfono…
Al día siguiente, me desperté a toda prisa para asistir al “rescate” de mi móvil. Para ello, escogí un atuendo simple: un peto vaquero con una camiseta azul cielo de manga corta y unas convers de color grisáceo. Después bajé a la cocina, cogí una manzana del frutero para comérmela por el camino y salí al exterior. Allí, me dirigí a la parada de autobús más cercana que se encontraba a unos cincuenta metros de donde vivía. Nada más llegar a la parada, pasó el autobús e ingresé en el interior. Opté por sentarme al final para estar sola y sumergirme en mis pensamientos. Como no tenía mi móvil para entretenerme, me puse a mirar por la ventanilla a los coches que pasaban en dirección contraria a la que yo iba. Sin darme cuenta, mi trayecto terminó. Bajé y aceleré el paso. Avisté la torre de Seúl mientras erraba sin rumbo fijo. Tras ello, comencé a correr; pues había perdido mucho tiempo vagando por las calles en busca de mi destino. Conseguí llegar, pero no sabía cómo iba a reconocer a la persona que había hallado mi móvil: tal vez fue el conductor del taxi. Quién sabe. Empecé a observar a la gente de mi alrededor; sin embargo, nadie tenía pinta de ser el salvador de mi móvil. Me senté en un banco cercano y alcé mi cabeza para admirar el cielo, el cual se encontraba despejado sin ningún rastro de nubes. Y fue en ese momento cuando alguien se inclinó hacia mí como si me fuese a besar. Me asusté tanto que me levanté violentamente; dándole un golpe en el mentón con mi cabeza. Acto seguido, me giré para conocer la identidad de esa persona tan atrevida.
-No, no puede ser… tú otra vez no…- espeté con tono de desagrado mientras estiraba mi peto lleno de arrugas.
- Vaya forma más extraña de agradecer al salvador de tu móvil.- afirmó Dongwoo al mismo tiempo que sacaba de su bolsillo mi teléfono móvil.- Pues ahora que lo pienso no sé si devolvértelo. Ya sabes el dicho, quien se lo encuentra se lo queda.
Odiaba esa expresión pícara que ponía cuando quería fastidiarme. Pero en esta ocasión, tenía razón: era una muy buena acción por su parte devolverme el móvil y no quedárselo, así que controlé mi temperamento y mis instintos e intenté ser más amistosa con él.
-Muchas gracias, no sé que hubiera hecho sin tu amabilidad.- manifesté con una sonrisa forzada a la vez que extendía mi mano para recuperar mi valioso celular.
- ¡Quieta, parada! ¿A dónde crees que vas? No hace falta que des las gracias si en verdad no son sinceras. Además prefiero algo a cambio; no sólo unas simples gracias, sino algo más…- contestó Dongwoo alejando el móvil de mi vista y guardándoselo nuevamente en su bolsillo.
- A ver, dime qué deseas. Pero dinero olvídate que estoy hasta el cuello…- dije con una mueca de indiferencia.
-Sólo quiero una cosa y es muy fácil de cumplir: una cita.



No hay comentarios:

Publicar un comentario