Saludos a todos. Hoy estoy muy inspirada, así que
estoy aprovechando esta oportunidad para seguir escribiendo más capítulos. La
verdad es que el segundo capítulo lo iba a subir para el mes de Septiembre,
pero ya que lo he terminado pues mejor lo publico y comienzo el siguiente para
agilizar la historia. Y aquí os lo dejo. ¡Hasta la próxima!
CAPÍTULO 2
Mi nueva familia me esperaba impaciente con la
pancarta de bienvenida. Nada más verlos me apresuré a saludarlos como era
habitual en su país: hice una reverencia y saludé formalmente.
- Annyonghaseyo.- dije segura de mí misma mientras
hacía una reverencia de exactamente noventa grados.- ¿Qué tal han estado?
¿Esperaron mucho por mí? Lo siento, me había perdido al bajar del avión y no
sabía muy bien hacia dónde ir. Han venido hasta aquí a recogerme teniendo
obligaciones y voy yo y me retraso aún más. Qué impresentable soy…
- Tranquila, no pasa nada. No hace mucho que
llegamos. Teníamos muchas ganas de conocerte Helena. Bienvenida a Corea. ¿Qué
tal el viaje en el avión?.- contestó la señora Choi, una mujer de unos cuarenta
años bastante agradable, la cual transmitía un aura de paz y tranquilidad.
- Muchas gracias, señora Choi. Es un placer
conocerlos a todos.- hablaba mientras la observaba a ella, al señor Choi y a su
hijo Eun Sok, quienes me parecían unas personas maravillosas y eso que era la primera
vez que los veía.- Espero que cuiden bien de mí y me enseñen todos los aspectos
de su cultura.
- El placer es nuestro. Y por favor no te dirijas
tan formalmente hacia nosotros; puedes llamarnos Omma y Appa. Total ahora somos
como una familia durante el tiempo que estés aquí, así que hablémonos
informalmente.- expresó la señora Choi al mismo tiempo que me cogía y me
abrazaba cariñosamente.- Quiero que seas la hija que nunca tuve; como podrás
ver estoy rodeada de hombres. Ahora vayamos a casa que quiero enseñarte tu
habitación para que te vayas instalando.
El camino a casa fue muy tranquilo. Mis nuevos
familiares me trataban de manera muy cordial y se mostraban muy abiertos
conmigo; todo lo contrario a lo que había visto en los dramas en donde los
reflejaban como a personas muy estrictas, serias y sobretodo frías. Pero estos
adjetivos no se les podían atribuir a las personas que acababa de conocer; eran
todo lo contrario a ellos. Íbamos en el coche atravesando la gran ciudad de
Seúl. Nunca había visto nada igual: enormes rascacielos, grandes masificaciones
de personas a la hora de cruzar la calle, mucho tráfico… yo miraba a todas
partes atónita por la ventanilla del vehículo. A mi lado estaba mi nuevo “hermano”,
Eun Sok; un chico de unos veinte años bastante apuesto con un cabello liso y
firme de un tono castaño claro y unos ojos pequeños de color negro azabache.
Respecto a su altura, rondaría el metro ochenta poco más y sus labios… sus
labios carnosos y atractivos. Vale, sí, la verdad es que sentía cierta
atracción hacia él. Me concentré todo el camino en admirar a ese individuo que
alteraba mis hormonas; y al poco tiempo el coche se paró. Habíamos llegado a la
casa de la familia Choi. Era un chalet enorme con una piscina en la parte de
atrás. La zona delantera estaba repleta de flores de todos los tipos: rosas,
margaritas, amapolas… todas hermosas y muy bien cuidadas. La casa constaba de
tres plantas. En la primera se encontraba la cocina, el salón al estilo
occidental y un baño de pequeñas dimensiones que contaba con un plato de ducha,
un inodoro y un pequeño lavabo. En la segunda planta yacían los tres
dormitorios principales, dos baños; uno de ellos pertenecía a la habitación de
los señores Choi y un pequeño estudio donde estaba el ordenador de mesa y una
pequeña biblioteca con toda clase de libros. La última planta estaba destinada
a los videojuegos y a pasar las noches viendo películas hasta las tantas.
-Este es tu nuevo hogar Helena, aquí está tu
habitación. Espero que sea de tu agrado, no sabía cómo decorarla, puesto que
sólo tengo varones; así que no sé si será de tu estilo. Venga, pasa y descansa.
Más tarde puedes ir desempaquetando las maletas, tómate el tiempo que
necesites. Si necesitas algo; no dudes en hacérmelo saber; estaré abajo en la
cocina.- dijo la señora Choi esbozando una pequeña sonrisa pícara mientras me
guiaba a mi habitación.
- ¡Oh, si es preciosa! Muchas gracias por ser tan
atenta señ-, digo Omma, me encanta de verdad. Cualquier duda que me surja
acudiré a usted.- añadí con tono alegre. Tras decir aquellas palabras la señora
Choi bajó a la planta baja a preparar la cena. Cerré la puerta del dormitorio y
me lancé a mi cama, cuyas sábanas eran de color rosa, la verdad es que no me
gustaba ese color, pero no quería hacerle el feo a la señora Choi que me había
tratado muy bien. Ya tumbada en la cama empecé a observar el techo y a
sumergirme en mis pensamientos: todavía no me podía creer que estuviese en el
país de mis sueños. Empecé a dar vueltas en mi cama de la alegría, mi cara irradiaba
felicidad; parecía una niña de tres años a la que le acababan de dar un
regaliz. Estaba contentísima en mi nuevo hogar, era todo tan perfecto. Pasó una
media hora y acto seguido sonó la puerta de mi alcoba. Me levanté rápidamente
de mi cama y abrí la puerta. Era Eun Sok. Su cara mostraba una expresión
distraída y de indiferencia.
- Omma ha dicho que bajes; la cena ya está lista.- espetó
el joven mirándome de reojo.
- Ah, gracias. Ahora mismo bajo. Una cosa… no nos
hemos presentado oficialmente. Soy Helen-… - no conseguí terminar la frase
cuando él ya estaba bajando las escaleras.
Ignoré su reacción y me dirigí a la cocina donde me
esperaba un delicioso plato coreano que siempre había deseado degustar: Kimchi. Nos
sentamos todos alrededor de la mesa, bendecimos los alimentos que había sobre
ella y a continuación empezamos a cenar. La comida de la señora Choi estaba
deliciosa; se notaba que le gustaba mucho cocinar. La señora Choi se dirigió a
mí para preguntarme si la comida era de mi gusto:
-¿ Qué tal te parece nuestra comida, Helena?
- Me encanta, Omma. Nunca había probado algo igual.
Si tuviese que puntuarlo le daría un diez, tenlo por seguro. Su familia debe
estar muy orgullosa por tener a una cocinera tan sobresaliente.- aseguraba
mientras llenaba mi tazón de arroz.
- ¡Qué encanto de chica! Ojalá mi marido y mis
hijos valoraran mi trabajo tanto como tú.- exhibía la señora Choi al mismo
tiempo que lanzaba una mirada fulminante a su marido y a Eun Sok.
- Seguro que sí, sólo que les dará vergüenza
decírselo.- solté una risita por lo bajo.
Acabamos de cenar. Yo me quedé junto a la señora
Choi recogiendo la mesa y fregando los platos, su marido se sentó en el sofá y
encendió la tele, y Eun Sok se marchó a su habitación en la segunda planta.
Después de terminar de organizar toda la cocina, me retiré a mi cuarto para
poder llamar a mis padres y contarles que había llegado bien. Mi madre me echo
la bronca por no haberla telefoneado antes, aparte de eso charlamos sobre mi
nuevo hogar y familiares. Después de un rato conversando, me despedí de ellos;
pues la franja horaria era distinta y yo tenía que acostarme ya. Colgué. Antes
de irme a dormir, busqué entre mis contactos el número de Kang Sang Ra para
saber qué tal le había ido su primer día en Corea. Al rato me llegó su
respuesta. En el mensaje ponía que su familia estaba muy bien y que su hermana
se había quedado embarazada. A continuación me mandó una foto de ella en la
piscina. Se notaba que se lo estaba pasando de maravilla y eso me alegraba
mucho. Apagué el móvil y me puse a deshacer mi equipaje. Había llevado tanta ropa
que no me entraba en el armario, así que tuve que dejar varias prendas en la
maleta. Después me dirigí al baño y me lavé los dientes. Había sido un día muy
largo y cansado y mañana me esperaba más. Únicamente cerré los ojos y sin darme
cuenta ya estaba sumida en un profundo sueño.
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