jueves, 9 de agosto de 2012

FANFIC COREANO:SUEÑO INALCANZABLE II.


Saludos a todos. Hoy estoy muy inspirada, así que estoy aprovechando esta oportunidad para seguir escribiendo más capítulos. La verdad es que el segundo capítulo lo iba a subir para el mes de Septiembre, pero ya que lo he terminado pues mejor lo publico y comienzo el siguiente para agilizar la historia. Y aquí os lo dejo. ¡Hasta la próxima!

CAPÍTULO 2
Mi nueva familia me esperaba impaciente con la pancarta de bienvenida. Nada más verlos me apresuré a saludarlos como era habitual en su país: hice una reverencia y saludé formalmente.
- Annyonghaseyo.- dije segura de mí misma mientras hacía una reverencia de exactamente noventa grados.- ¿Qué tal han estado? ¿Esperaron mucho por mí? Lo siento, me había perdido al bajar del avión y no sabía muy bien hacia dónde ir. Han venido hasta aquí a recogerme teniendo obligaciones y voy yo y me retraso aún más. Qué impresentable soy…
- Tranquila, no pasa nada. No hace mucho que llegamos. Teníamos muchas ganas de conocerte Helena. Bienvenida a Corea. ¿Qué tal el viaje en el avión?.- contestó la señora Choi, una mujer de unos cuarenta años bastante agradable, la cual transmitía un aura de paz y tranquilidad.
- Muchas gracias, señora Choi. Es un placer conocerlos a todos.- hablaba mientras la observaba a ella, al señor Choi y a su hijo Eun Sok, quienes me parecían unas personas maravillosas y eso que era la primera vez que los veía.- Espero que cuiden bien de mí y me enseñen todos los aspectos de su cultura.
- El placer es nuestro. Y por favor no te dirijas tan formalmente hacia nosotros; puedes llamarnos Omma y Appa. Total ahora somos como una familia durante el tiempo que estés aquí, así que hablémonos informalmente.- expresó la señora Choi al mismo tiempo que me cogía y me abrazaba cariñosamente.- Quiero que seas la hija que nunca tuve; como podrás ver estoy rodeada de hombres. Ahora vayamos a casa que quiero enseñarte tu habitación para que te vayas instalando.
El camino a casa fue muy tranquilo. Mis nuevos familiares me trataban de manera muy cordial y se mostraban muy abiertos conmigo; todo lo contrario a lo que había visto en los dramas en donde los reflejaban como a personas muy estrictas, serias y sobretodo frías. Pero estos adjetivos no se les podían atribuir a las personas que acababa de conocer; eran todo lo contrario a ellos. Íbamos en el coche atravesando la gran ciudad de Seúl. Nunca había visto nada igual: enormes rascacielos, grandes masificaciones de personas a la hora de cruzar la calle, mucho tráfico… yo miraba a todas partes atónita por la ventanilla del vehículo. A mi lado estaba mi nuevo “hermano”, Eun Sok; un chico de unos veinte años bastante apuesto con un cabello liso y firme de un tono castaño claro y unos ojos pequeños de color negro azabache. Respecto a su altura, rondaría el metro ochenta poco más y sus labios… sus labios carnosos y atractivos. Vale, sí, la verdad es que sentía cierta atracción hacia él. Me concentré todo el camino en admirar a ese individuo que alteraba mis hormonas; y al poco tiempo el coche se paró. Habíamos llegado a la casa de la familia Choi. Era un chalet enorme con una piscina en la parte de atrás. La zona delantera estaba repleta de flores de todos los tipos: rosas, margaritas, amapolas… todas hermosas y muy bien cuidadas. La casa constaba de tres plantas. En la primera se encontraba la cocina, el salón al estilo occidental y un baño de pequeñas dimensiones que contaba con un plato de ducha, un inodoro y un pequeño lavabo. En la segunda planta yacían los tres dormitorios principales, dos baños; uno de ellos pertenecía a la habitación de los señores Choi y un pequeño estudio donde estaba el ordenador de mesa y una pequeña biblioteca con toda clase de libros. La última planta estaba destinada a los videojuegos y a pasar las noches viendo películas hasta las tantas.
-Este es tu nuevo hogar Helena, aquí está tu habitación. Espero que sea de tu agrado, no sabía cómo decorarla, puesto que sólo tengo varones; así que no sé si será de tu estilo. Venga, pasa y descansa. Más tarde puedes ir desempaquetando las maletas, tómate el tiempo que necesites. Si necesitas algo; no dudes en hacérmelo saber; estaré abajo en la cocina.- dijo la señora Choi esbozando una pequeña sonrisa pícara mientras me guiaba a mi habitación.
- ¡Oh, si es preciosa! Muchas gracias por ser tan atenta señ-, digo Omma, me encanta de verdad. Cualquier duda que me surja acudiré a usted.- añadí con tono alegre. Tras decir aquellas palabras la señora Choi bajó a la planta baja a preparar la cena. Cerré la puerta del dormitorio y me lancé a mi cama, cuyas sábanas eran de color rosa, la verdad es que no me gustaba ese color, pero no quería hacerle el feo a la señora Choi que me había tratado muy bien. Ya tumbada en la cama empecé a observar el techo y a sumergirme en mis pensamientos: todavía no me podía creer que estuviese en el país de mis sueños. Empecé a dar vueltas en mi cama de la alegría, mi cara irradiaba felicidad; parecía una niña de tres años a la que le acababan de dar un regaliz. Estaba contentísima en mi nuevo hogar, era todo tan perfecto. Pasó una media hora y acto seguido sonó la puerta de mi alcoba. Me levanté rápidamente de mi cama y abrí la puerta. Era Eun Sok. Su cara mostraba una expresión distraída y de indiferencia.
- Omma ha dicho que bajes; la cena ya está lista.- espetó el joven mirándome de reojo.
- Ah, gracias. Ahora mismo bajo. Una cosa… no nos hemos presentado oficialmente. Soy Helen-… - no conseguí terminar la frase cuando él ya estaba bajando las escaleras.
Ignoré su reacción y me dirigí a la cocina donde me esperaba un delicioso plato coreano que siempre había deseado degustar: Kimchi. Nos sentamos todos alrededor de la mesa, bendecimos los alimentos que había sobre ella y a continuación empezamos a cenar. La comida de la señora Choi estaba deliciosa; se notaba que le gustaba mucho cocinar. La señora Choi se dirigió a mí para preguntarme si la comida era de mi gusto:
-¿ Qué tal te parece nuestra comida, Helena?
- Me encanta, Omma. Nunca había probado algo igual. Si tuviese que puntuarlo le daría un diez, tenlo por seguro. Su familia debe estar muy orgullosa por tener a una cocinera tan sobresaliente.- aseguraba mientras llenaba mi tazón de arroz.
- ¡Qué encanto de chica! Ojalá mi marido y mis hijos valoraran mi trabajo tanto como tú.- exhibía la señora Choi al mismo tiempo que lanzaba una mirada fulminante a su marido y a Eun Sok.
- Seguro que sí, sólo que les dará vergüenza decírselo.- solté una risita por lo bajo.
Acabamos de cenar. Yo me quedé junto a la señora Choi recogiendo la mesa y fregando los platos, su marido se sentó en el sofá y encendió la tele, y Eun Sok se marchó a su habitación en la segunda planta. Después de terminar de organizar toda la cocina, me retiré a mi cuarto para poder llamar a mis padres y contarles que había llegado bien. Mi madre me echo la bronca por no haberla telefoneado antes, aparte de eso charlamos sobre mi nuevo hogar y familiares. Después de un rato conversando, me despedí de ellos; pues la franja horaria era distinta y yo tenía que acostarme ya. Colgué. Antes de irme a dormir, busqué entre mis contactos el número de Kang Sang Ra para saber qué tal le había ido su primer día en Corea. Al rato me llegó su respuesta. En el mensaje ponía que su familia estaba muy bien y que su hermana se había quedado embarazada. A continuación me mandó una foto de ella en la piscina. Se notaba que se lo estaba pasando de maravilla y eso me alegraba mucho. Apagué el móvil y me puse a deshacer mi equipaje. Había llevado tanta ropa que no me entraba en el armario, así que tuve que dejar varias prendas en la maleta. Después me dirigí al baño y me lavé los dientes. Había sido un día muy largo y cansado y mañana me esperaba más. Únicamente cerré los ojos y sin darme cuenta ya estaba sumida en un profundo sueño.

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